Perú fue sede de Foro “Ecoteología y extractivismo minero en America Latina”

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“Nosotros y nosotras estamos acá desde ese grito de los afectados para que no se torne un grito que le toque a los cínicos vivir en paz. Estamos

“Nosotros y nosotras estamos acá desde ese grito de los afectados para que no se torne un grito que le toque a los cínicos vivir en paz. Estamos acá con mucha alegría, esperanza, desde la lucha de los pobres, de las mujeres, del rio, del lago, de la floresta; que están presentes ahora”. Así aperturó el Foro la Secretaria actual de la Red Iglesias y Minería, Moema Miranda, recordando la última última tragedia ocurrida en Brumadinho, Brasil, donde hubieron más de cien muertos y un pueblo sepultado bajo miles de toneladas de barro tóxico, producto de la ruptura de una represa de la megaminería.

El foro fue organizado por la Red Iglesias y Minería, coalición conformada por cerca de 70 entidades latinoamericanas agrupados para actuar frente al desafío común de los impactos y violaciones a los derechos socioambientales provocados por las empresas mineras en los territorios donde viven y trabajan.El foro se realizó el miércoles 20 de febrero a las 6pm en el auditorio de la Universidad Ruiz de Montoya, con el apoyo de las instituciones peruanas Red Muqui y la Comisión Episcopal de Acción Social (CEAS); como parte del Encuentro Latinoamericano del grupo de trabajo de Ecoespiritualidades de la Red Iglesias y Minería, que se desarrolló el 19, 20 y 21 de febrero en la ciudad de Lima.

Teología y espiritualidad del extractivismo

El foro desarrolló el encuentro entre la teología y la ecología asociado a un contexto de mayor profundización del extractivismo minero en América Latina; haciendo incapié, en palabras del especialista uruguayo de CLAES, Eduardo Gudynas, en que los extractivismos están asociados a una teología del progreso en que juegan un rol clave para mantener el crecimiento económico; y, al mismo tiempo, generan una espiritualidad negativa por los niveles de violencia que genera al imponer un proyecto minero como parte de la creencia del “progreso”. Un ejemplo, señaló Gudynas, es el caso de Máxima Acuña, cajamarquina que vive en medio de las lagunas del Proyecto Minero Conga, y a quién le mataron a su perro y destruyeron sus sembríos, además de otros amedrentamientos que sigue sufriendo hasta la actualidad. “Eso es malicia, es la espiritualidad del extractivismo”, enfatizó.

El especialista de CLAES también señaló que “la teología de los extractivismos anula el futuro”, como le comentaron pobladores de varias comunidades colombianas, debido a que ellos solo pueden pensar el presente, como sobrevivencia y resistencia frente a las acciones de las empresas mineras en sus territorios. “Para desmontar ésta teología de los extractivismos hay que desmontarla y decir que sí hay alternativas”, enfatizó.

 

Ecología y teología como casa común

A su turno, el teólogo brasileño, Sandro Gallazzi, señaló que toda teología es también ecología, porque no se logra hablar de dios si no a partir de la casa que nosotros queremos construir. “Eco quiere decir casa. Cuando se habla de ecología se piensa en el jardín, en la naturaleza. Pero no logramos poner en discusión la casa. ¿Qué casa nosotros queremos? Ecología es decir algo sobre la casa, no solo sobre el jardín”, comentó.

Asímismo, agregó que la economía es lo más concreto de la ecología, porque es una economía que privilegia los intereses de una minoría a cargo del sufrimiento y explotación de millones de personas. “Al mercado se tiene que obedecer como si fuera dios. Se dice: el mercado se pone nervioso, el mercado está insatisfecho, etc. Si hay sectores de la sociedad que señalan que el mercado es el que determina la economía, quiere decir que es el proyecto de casa donde 60 personas en el mundo tienen casi la mitad de los bienes en toda la tierra”.

La pregunta de fondo, culminó, es: ¿qué casa queremos construir en América Latina; en Perú? “Apostamos a una teología que hable a partir del pobre, de la casa del pobre; no del rico, no del empresario, porque todos ellos también hablan de dios. Por eso Jesús dijo, pueden destruir las casas de riqueza; ese no es el hogar de dios. Nuestra casa, es la casa del último; la de los pobres”, respondió.

 

La realidad desde el Perú

Desde la experiencia teológica en el Perú, el sacerdote Enrique Gonzales de la Comisión Episcopal de Acción Social (CEAS), señaló que el hombre y la mujer hacen parte de la naturaleza y tienen el derecho de disfrutarla; ser parte de ella. La naturaleza no es solo de algunos sino de todos. “Por ello hay que cuestionar si el extractivismo minero realmente le favorece a nuestro pueblo, si está generando desarrollo. En nuestro mundo andino ha entrado la minería y cada vez más nuestros hermanos agricultores están relegados a un lado, agregó.

Desde la Red Muqui, el secretario ejecutivo Javier Jahncke, señaló que la teología del progreso con el extractivismo nos impone un futuro. “La actividad minera está fuertemente asociada con los conflictos en el país. Pero pese a eso hay una decisión de los gobiernos y grupos de poder económico de imponer la minería en el país”. No se trata solo de la conflictividad que genera en el presente, sino del horizonte que termina trazando para el futuro.

Por ello, agregó, que hay que cuestionar al presidente Vizcarra por las políticas que impulsa como la Política Nacional de Competitividad y Productividad decretada el 31 de diciembre del 2018, que explicó en el Foro; porque perpetúa a nuestro país como un “país minero”, cuando en nuestro país existen distintas alternativas productivas locales en los territorios que no son tomadas en cuenta por los distintos gobiernos y que son perjudicadas por la imposición de la minería; y que con esta Política nacional en conjunto con el Grupo de Alto Nivel de Minería (GAN), conformado por el Gobierno y, principalmente, empresas mineras, perpetuarán este modelo económico extractivista mínimamente hasta el 2030 según lo establecido en su Plan.

En el Foro transcurrió una reflexión que atravesó todas las exposiciones y respuestas ante las preguntas del público, y fue la necesidad de un cambio de nuestro vínculo con el ambiente; quiere decir, un cambio en nuestras espiritualidades.