Saúl Juárez, ex trabajador de Antamina: el cáncer me está quitando la vida

Primera parte

Saúl Juárez es un ex trabajador minero que denunció la empresa minera Antamina por afectar su salud. A fines del año pasado, pese a las pruebas médicas y las sanciones que tiene la empresa de parte del Estado, una Jueza desestimó la demanda. 

“Todos sabemos que la vida del minero es corta”, dice Saúl resignado.  Ha recibido una mala noticia.

Saúl tenía un trabajo de alto riesgo, operaba en la entrada del Tajo de Antamina en Ancash. En el 2005, cuatro años después de su ingreso a la mina, empezó a decaer, enfermarse por todo, hasta que su cuerpo no resistió más.  En el 2009, la gerencia de Antamina citó al trabajador para despedirlo y asegurarle que lo apoyarían. “Se hicieron los buenos para que no los denuncie”, afirma Saúl. Después de ello, poco a poco la empresa se fue desentendiendo de él.

En el 2011 cuando le dieron la noticia que tenía cáncer, Saúl preparó a su esposa para contarle la verdad. No había vuelta atrás, pero sospechaba que sus problemas y el de otros compañeros estaban relacionados con el trabajo de exposición a arsénico, cadmio, plomo, manganeso, cobre, todos metales tóxicos.  Por eso, decidió hacerse pruebas médicas especializadas y solo mediante un examen especial denominado metalograma se pudo determinar que Saúl tenía hasta 10 tipos de metales tóxicos en su organismo.

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A la casa de Saúl ha llegado la notificación de la Jueza Rosmery Velásquez Cano, su denuncia contra Antamina ha sido desestimada sin tomarse en cuenta todas las pruebas presentadas. El gigante parece haber ganado y Saúl, no sabe si molestarse o ponerse a llorar. Tiene cáncer, la sala llena de documentos sobre la cantidad de metales pesados que tiene el cuerpo “y el Poder Judicial ha decidido no creer” dice Juárez.

¿Cómo era trabajar en Antamina? Saúl recuerda que tenía esperanza en ascender, en lograr un mejor sueldo para pagar su casa, los estudios de sus niños. Poco a poco, la mina le fue quitando las esperanzas. Ahora, que ha intentado acercarse a la gerencia, solo ha recibido negativas, “Y pensar que les dediqué mi vida”, dice.

Antamina es una de las empresas más grandes del país, de las mayores productoras de cobre. En el 2012 uno de los ductos de propiedad de la empresa se rompió ocasionando que toneladas de relave minero cayeran al río Ancash. OEFA sancionó con S/. 207 200,00 el incumplimiento de instrumentos de prevención por parte de la minera. En una investigación realizada por el portal de investigación y datos Convoca.pe en el 2015, Antamina figura, además, con una deuda de 13 millones de dólares al Estado en multas ambientales.

La minera no solo tiene sanciones por daños ambientales, sino, también, por no asegurar a los trabajadores. Mario Ríos, abogado que está llevando el caso de Juárez, afirma que la jueza no tomó en cuenta para dar su veredicto la multa que SUNAFIL le puso a Antamina hace 5 años por no asegurar a sus trabajadores condiciones adecuadas. Entre las sanciones que se le aplicó figuran: El incumpliendo sobre el registro de enfermedades medico ocupacionales, no hizo un monitoreo adecuado de los agentes químicos, incumplió en la implementación de equipos de protección personal y no informó adecuadamente sobre la seguridad y salud a sus trabajadores.

“Las observaciones de SUNAFIL demuestran que la minera no utilizaba los procedimientos adecuados y por tanto, el Sr. Juárez al estar expuesto a minerales sin la protección necesaria empezó a intoxicarse”, asegura Ríos.

Las condiciones de trabajo en las minas son duras, señala Saúl. Los trabajadores de Antamina están expuestos a polvo de diferentes minerales todo el tiempo. Es tan cotidiano, al punto que muchos de los compañeros de Saúl empezaron a presentar alergias. Pero no hicieron caso. A veces, la temperatura en la sierra norteña era de 32 grados, los trabajadores desprevenidos se quitaban las mascarillas, cuenta Juárez.

Cuando hablamos de arsénico, a Saúl se le escarapela la piel. El cáncer que tiene se llama Linfoma no hodgkin y está directamente relacionado ese metal tóxico, como lo señala la Organización Mundial de la Salud. “Si se realiza, en este momento, pruebas de salud a Juárez es obvio que no se va encontrar metales pesados en sangre u orina, pero las enfermedades que tiene Saúl son por acumulación de arsénico en el organismo”, señala Ricardo Puell, médico que lo atendió.

Ese es uno de los problemas que tiene la justicia peruana para atender adecuadamente casos como los de Saúl donde el problema de salud se presenta después de años de trabajo. “La jueza está pidiendo pruebas de salud, pero no ve el histórico, no hay mecanismos para velar por la salud de un trabajador expuesto a metales tóxicos después de terminado su tiempo de labor”, señala Javier Janhncke, secretario ejecutivo de RED MUQUI.

Durante el proceso tampoco se tomó en cuenta otros exámenes realizados a Juárez. La parte demandada solicito que quien realice los exámenes sea una entidad independiente. Sin embargo, el pedido no fue aceptado y se determinó, por el contrario, que Saúl se estaba negando a colaborar con la Justicia.

Antamina solo ha contestado a Saúl por medio de comunicados, el último, emitido en febrero del 2017, afirma: “que la Compañía Minera Antamina es una empresa responsable, basada en valores humanos, comprometida con sus trabajadores y el desarrollo del país. La difícil situación médica que atravesó nuestro ex colaborador Saúl Juárez, siempre fue tratada con sumo respeto y consideración”. En ese mismo comunicado, Antamina señala que brindó cobertura médica a Juárez hasta el 2016, posteriormente, el ex trabajador afirma que se desentendió y sobre su familia han caído los gastos médicos.

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¿Qué procede? Saúl ha tenido que reponerse y apelar a la sentencia sin mucha esperanza. Carga con una delicada salud que decae poco a poco. Su labor de defensa de los derechos de los trabajadores fue reconocida en el 2016, cuando el Congreso lo condecoró como Defensor Ambiental y le otorgó un diploma de parte de la Comisión de Pueblos Andinos Amazónicos y Afroperuanos, Ambiente y Ecología.

El defensor se está muriendo, dice mirando al suelo. Y luego agrega “Pero no podemos permitir que se niegue el daño que Antamina les ha hecho a sus trabajadores. Hay más casos, no soy el único.” Saúl es solo uno de otros tantos que entregaron años de trabajo y cuyas consecuencias de salud se empiezan a sentir en su jubilación.

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