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La comunidad campesina de Tantarcalla se ubica en el sector de Marccura, distrito de Huanoquite, provincia de Paruro, departamento de Cusco. Las actividades que realizan las comunidades campesinas de la zona giran principalmente alrededor de la agricultura y la ganadería, con lo cual logran subsistir. En una decisión que está causando un amplio rechazo en la sociedad, el Poder Judicial determinó hace algunos días que este 24 de marzo se desaloje a los comuneros para restituir el predio a los supuestos propietarios legítimos, sin tomar en cuenta los más de cien años de existencia de la comunidad, así como su arraigo cultural y originario. De acuerdo con la abogada de la Federación Agraria Revolucionaria Túpac Amaru de Cusco (FARTAC), Karina Baca Gómez, quien también acompaña el caso, este hecho es un delito de lesa humanidad, ya que afecta los derechos fundamentales de la comunidad, la desarma y les despoja de su territorio con el cual tienen un nexo cultural.

El conflicto se inició cuando la comunidad campesina comenzó el procedimiento administrativo de titulación efectuada por el proyecto Especial de Titulación de Tierras y Catastro Rural del Cusco, mediante el cuál logró la adjudicación de 218 hectáreas pertenecientes al predio rústico Mallma Alto. Ante esta situación, Luis Gustavo Paz Vizcarra, supuesto heredero del predio rústico en mención, interpuso una demanda de nulidad del título de propiedad otorgada a la Comunidad Campesina de Tantarcalla, ante el Primer Juzgado Mixto de Santiago en Cusco. El juez del tribunal, Peña Mendoza, declaró fundada la demanda, la que fue ratificada por todas las instancias judiciales correspondientes. 

Este hecho conllevó a una última resolución que autoriza el desalojo, la ejecución forzada y la entrega física del predio a través del uso de maquinaria pesada para derribar las casas de los comuneros. Además, en la resolución se solicita el apoyo de un total de mil efectivos policiales y se advierte a las comunidades aledañas que no interfieran con la diligencia, de lo contrario podrían detenidos e investigados por la Fiscalía Penal Provincial de Paruro. Asimismo, se recomienda la presencia de ambulancias y bomberos, en caso de que estalle la violencia entre las fuerzas del orden y los comuneros.

Ante este sombrío panorama la abogada Baca Gómez expresó que “decídase o no desalojar a la población el 24 de marzo, trataremos de llevar el caso a la corte internacional, ya que más allá del caso de esta comunidad que ha tenido que enfrentar una juicio por más de 15 años, no es el único caso similar de intención de despojar a comunidades de la zona de su propio territorio en el Perú, con la misma argumentación.  Se les ha imputado por delito de usurpación”. Además, la letrada explicó que al tratarse de comunidades indígenas que se encuentran en una situación de vulnerabilidad, el Estado tiene la responsabilidad de establecer medidas de protección de sus derechos fundamentales, algo que se ha obviado para favorecer a hacendados y a traficantes de tierras.

Desde Red Muqui se exhorta al Poder Judicial de Cusco a que adopte un enfoque intercultural y de derechos humanos adecuado, ya que la comunidad campesina originaria ya venía utilizando el predio de una manera pacífica y continua, sin problema legal alguno. Además, la organización rechaza de plano la violencia que se podría generar a razón de la ejecución de desalojo que cobraría un alto costo social y humanitario. De acuerdo al análisis de Red Muqui, la sentencia representa una violación internacional de los derechos humanos de los pueblos indígenas que involucra la responsabilidad del Estado peruano ante los organismos internacionales.

Desde el año 2003, la comunidad de Tantarcalla, ubicada en el distrito de Huanoquite, provincia de Paruro, Cusco, viene enfrentando  un juicio a través del cual peligra su hogar. El hacendado Luis Gustavo Paz Vizcarra denunció el título de propiedad del territorio de más de 200 hectáreas en la que se encuentra ubicada la comunidad, reclamando que este es una herencia de sus padres.

Sus representantes, sin embargo, alegan que las familias de Tantarcalla forman parte de una comunidad indígena que ha estado viviendo desde hace más de 100 años en el territorio. En total han sido tres los juicios que han enfrentado y solo el primero fue favorable a la comunidad. La última sentencia dictada por el juez Luis Peña Mendoza falló en contra de la comunidad. El juez dictaminó que las familias deben desalojar la zona de la propiedad adjudicada, ahora, al hacendado Paz Vizcarra.

Como señala la vicepresidenta de la comunidad, Victoria Quispe Castillo, en conversación con Red Muqui, en 1926 fue reconocido el plano de la comunidad e inscrito en registros públicos, oficializando, de esta manera, el título de propiedad de la comunidad sobre ese terreno. Sin embargo, señala que en el proceso de juicio, el hacendado logró anular el título de propiedad de la comunidad, y que, en el 2017, en medio del juicio, inscribe el título de propiedad a nombre suyo.

Además, Victoria Quispe señala que 18 comuneros han sido denunciados por el hacendado por usurpación, por lo cual ahora están pagando una indemnización. “Esto es injusto porque estamos pagando por nuestro propio territorio”, comenta la vicepresidenta.

El pasado 18 de marzo el hacendado llegó a la comunidad con la policía para exigir, de manera pacífica, que se entregue el terreno. Sin embargo, los comuneros lograron que se firme un acta para conseguir tiempo, y con eso tratar de suspender la ejecución de la sentencia. De acuerdo con Victoria Quispe, el abogado querellante sí o sí solicitaba que se desalojara el territorio, a pesar de que en él había niños y ancianos.

Los representantes de la comunidad visitaron   Lima el 29 de marzo y el 18 de abril para poder reunirse con autoridades y denunciar su caso. De acuerdo con Victoria Quispe, los representantes se reunieron con Margot Palacios, de la Comisión de Pueblos Indígenas, con representantes de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH), y con representantes del Ministerio de Cultura. El objetivo, buscar una solución al problema; y exigir a los representantes del Estado la detención del proceso de desalojo judicial. La respuesta de los funcionarios ha sido que los comuneros tienen que acudir a la para  encontrar  una solución a su angustiante situación.

El sábado 22 de agosto, comuneros del sector denominado Pichiullay informaron al alcalde distrital de Omacha, Alex Taylor, que la coloración del río Velille había cambiado drásticamente hacia un color verdoso. Al día siguiente, el alcalde, coordinando con efectivos de la Comisaría de Accha y el puesto de Salud de Huasquillay, se acercaron a la zona para constatar la contaminación del río y solicitaron la presencia y análisis del agua al Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA), y notificaron del hecho a la Fiscalía de Prevención del Delito y al Ministerio de Energía y Minas.

El agua del río Velille es usada para regar los campos de cultivo y sirve como fuente de agua para los animales y personas de las comunidades aledañas al río. 2 distritos usan el agua, Omacha y Accha de la provincia de Paruro.

La alcaldesa del distrito de Accha, Marina Núñez Loaiza, también señaló que notificó del hecho a las autoridades correspondientes “para hacer saber por este abuso a un río puro y limpio”.

En comunicación con el alcalde de Omacha, Alex Taylor, señaló a Red Muqui que la OEFA anunció que el día de hoy, jueves 27 de agosto, enviaría los resultados del análisis del agua y las causas que habrían generado la contaminación del río.

Precisó que debido a la pandemia los laboratorios que antes podían disponer al coordinar con la Dirección Regional de Energía y Minas y la DIRESA Cusco, hoy no están operativos.

El alcalde precisó que la contaminación posiblemente se deba al desecho de relaves mineros. Informó que en la zona alta hay actividad de mineros artesanales y de la empresa minera transnacional Hudbay.

OEFA

Como se recuerda el Decreto Legislativo 1500 aprobado en mayo, que implica a la OEFA, exonera de reportes de monitoreo ambiental a las empresas mineras y aplaza las multas que las empresas mineras puedan tener producto de infracciones ambientales.